El 11 de Junio, 19,30 hs. en las instalaciones de la EPET Nº 8 de Neuqué, Perticone Nº 55, Amadeo Encina presentará su libro Lo que el tiempo me dejó. Celebramos la decisión de dejarnos sus experiencias plasmadas en relatos, contribuyendo así con el tejido que conforma la trama cultural e identitaria de todos los pueblos.
El relato, sin duda, ha sido el instrumento más eficaz para la construcción de la cohesión social entre las distintas generaciones. Esas narraciones a la orilla de un fogón, en la semipenumbra de la noche, en una reunión familiar, o de amigos. Esas tardes compartidas después de la labor cotidiana, en la que mientras una voz asume el protagonismo los demás escuchan con interés. En las fiestas patrias o en las fechas familiares, después del asado, las empanadas y el truco, se vienen las charlas. Por el relato de los mayores las nuevas generaciones se pueden enterar de sus antepasados: sus orígenes, sus procedencias, su etnia, sus relaciones, vivencias, sueños y desvelos, amores y odios.
Cuando no existen estos relatos, la vida de las personas tiene vacíos difíciles de completar, porque no se trata únicamente de datos estadísticos como los apellidos y las fechas clave. Se trata de eso que no se escribe en ningún lado, que nadie registra, que suele pasar desapercibido y que únicamente se cultiva –y con mucha vehemencia- en las reuniones familiares y de amigos. Por eso ponderamos toda decisión orientada a componer el tejido de relatos que van a dar cuerpo a la historia social de una región.
Hoy podemos leer las vivencias de Amadeo Encina, un hombre del Valle de Río Negro, que deja plasmadas sus experiencias en su libro Lo que el tiempo me dejó, trasponiendo el límite del relato en las reuniones íntimas, haciéndolo llegar a todos los lectores interesados en la vida de los habitantes de esta región valletana.
-Amadeo, ¿cómo es que te has decidido a contar tus historias para todos los lectores?
Me gusta contar lo que he vivido, en realidad, parte de lo que he vivido! Contar algunos episodios de mi vida fue una decisión que compartí con mi hija cuando me propuso editar un libro.
-Por tus relatos, me parece advertir que en tu niñez y juventud has recorrido toda la zona rural de Río Negro, Neuquén y La Pampa. ¿Es así?
De Neuquén no he recorrido tanto porque desde pequeño anduve más las provincias de Río Negro y La Pampa.
-¿Cómo era la vida en esas regiones, al parecer, muy apartadas de los centros urbanos? ¿Había escuelas, centros de salud?
Esas regiones eran zonas muy despobladas. La escuela a la que yo iba era muy pequeña. Tenía una sola habitación donde cursaban los niños de primer grado a quinto. Allí, había sólo un maestro para todos los grados.
Mi casa, por ejemplo, quedaba en una zona muy alejada de la urbanización ; en la costa del Río Colorado, a un kilómetro de la escuela.
-¿Cuál era la actividad de tu familia, de tu padre, si se puede saber?
La actividad de mi familia consistía en trabajar en el campo, pero no en la producción de cereales, sino entre el ganado: vacas, chicas y caballos. Mis padres tenían doce leguas de campo y había que cuidar a los animales . También, organizar las señaladas, marcadas, esquilas. Hacíamos todo el trabajo relacionado con lo que comprende la actividad de una estancia.
-Contanos cómo es tu vida ahora.
Mi vida ,ahora, es muy tranquila porque estoy jubilado. Disfruto de mi casa y de mi familia, también del afecto de algún amigo y pariente. A veces, me visita algún amigo y charlamos de los tiempos pasados. Me gusta mucho leer e informarme sobre política y la realidad.
-¿Pensás seguir escribiendo?
Yo la verdad , no escribo, cuento… Me encanta contar… Pero si me vienen a preguntar, los voy a ayudar para que compongan un libro o tengan información sobre lo que les interese.
Amadeo, sabés que yo también conozco la canción de los Siete Chanchitos. No puedo recordar de dónde la aprendí. Es más, estaba absolutamente borrada de mi memoria, y ahora, gracias a tu libro, puedo recordar no solo parte de su letra, sino también toda la entonación. Un recuerdo muy hermoso, que me lleva a los primeros años de mi niñez.
Me alegra mucho que recuerde esa letra. Antes, nos hacían memorizar versos como éste aunque ahora se analizan con mucha profundidad.
Espero que a la gente le guste mis narraciones del campo. Sería una gran alegría para mí.
Así nos despedimos de Amadeo. Sus narraciones le van a gustar a la gente. Muchos se verán reflejados en esos personajes y en esas vivencias, y muchos, leyéndolos, van a recordar otros relatos que sus mayores alguna vez contaron junto al fogón, en las reuniones familiares después de la cena, o en las tardecitas de verano, entre mate y mate.
Sara Eliana Riquelme, 29 de mayo de 2016
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Y el 11 de junio pasó. Fue un encuentro de familiares, colegas y amigos al que tuve la suerte de asistir. Un evento lleno de alegría y emoción, de esos que la memoria gusta guardar, para acudir a su morada de tanto en tanto.
Guille leyó, Cesar cantó, Thelma habló y Amadeo contó cuentos con aroma a campo. Los bocaditos y el vino de Ing. Huergo le dieron el toque final. Aquí quedan algunas imágenes para seguir compartiendo.